No sé ustedes, pero se me hace inevitable leer esta frase sin ritmo, la canción de 1970 del argentino Donald partía con la frase indicada: “Quiero frescura”, algo que buscamos todos para los veranos que cada año se están haciendo más cálidos.
Dado lo anterior no es raro que empecemos de a poco según se acerca la época estival a buscar vinos que se consuman más fríos y dentro de aquella categoría entran los vinos de los que voy a hablar hoy, ¿se imaginan de cuáles hablo? Claro, los vinos naranjos.
Es que la explosión que ha tenido el consumo de estos vinos en los últimos años no es algo que solo se vea en Chile, estamos hablando de un fenómeno a nivel mundial en el cual hasta los restaurantes de mayor reconocimiento internacional ahora cuentan con algunas etiquetas de vinos naranjos en sus cavas.
Bueno, pero ¿qué son los vinos naranjos? En una descripción rápida podemos hablar de que son vinos blancos que se hacen como tintos, y dada la oxidación que se producen en la maceración post-fermentativa el color se va dirigiendo hacia el naranjo (digamos hacia porque puede ser algunas veces claramente naranjo, otras cobrizo y otras casi un dorado ligeramente oscuro).
Pero como yo no soy enólogo y no estoy aquí para hablarles sobre cómo y cuáles son las condiciones en las que se tiene que hacer este tipo de vinos, quiero dirigirme al tema que nos convoca, el verano naranja.
Y es que esa es la maravilla de este tipo de vinos, primero que se pueden consumir más frescos, dependiendo del estilo puede estar entre los 8 y los 12 grados Celsius, y también que como casi ninguna otra categoría de vinos se pueden maridar con casi todo. Sí, leyó bien, casi todo.
Lo que pasa es que los naranjos en general son intensos en nariz y en boca, lo que hace que no se queden “chicos” con casi ningún plato. Acá hablamos desde un Pulpo a la Parrilla, Risotto de Prietas, Vegetales Asados, comida asiática. Una amiga de Hong-Kong acaba de lanzar su libro de comida asiática vegetariana y vegana, acá se ve que estos platos piden a gritos vinos naranjos como los que podemos encontrar en Chile.
Por otro lado, dada la forma que se hacen estos vinos también tienen algo de taninos, por lo que no tienen problemas de presentarse a un asado, a estar en una parrillada junto a los entrantes como un Choripán y también en la mesa junto a cualquier proteína que se puedan imaginar, yo feliz lo marido con una Malaya de cerdo.
Bueno, pero ¿cuál es el problema entonces con esta maravilla de vinos? Dependiendo del estilo que prueben, el problema en general no va por el vino, sino por la comida. El punto para considerar con el maridaje de estos vinos es el mismo punto fuerte que mencioné primero y que puede pasar a ser un arma de doble filo, la intensidad.
La intensidad, como para todo en la vida, es un atributo que atrae pero que también puede asustar, y es que no es la idea de abrir un vino, probarlo junto a la comida y que ésta no tenga sabor a nada dado que el vino es demasiado intenso. Hacer que una comida se vuelva insípida es uno de los grandes riesgos al hacer maridajes con este tipo de vinos.
Así que póngale sabor, especias e intensidad a los platos que quiera preparar para maridar con este tipo de vinos, así jugarán en una cancha pareja y sus sentidos se los agradecerán. Será como de esos partidos que uno nunca se imaginó que podían ser emocionantes y termina saltando de la silla cada vez que algún equipo hace un punto.
O quizás les pasa como a Donald con el final de su canción:
“Antes yo era tan serio, ninguno podía hacerme sonreír
Era mi vida tan triste, pero llegaste tú
Y desde entonces me hiciste sentir que alegre se puede vivir
Quiero frescura
Quiero frescura
Quiero frescura
Quiero frescura”
Quién sabe si Donald no es un visionario que ya en esos años estaba pensando en estos maravillosos vinos.
Giorgio Vecchiola
@giorgio.vecchiola.m
WSET 3 – Sommelier Profesional
Co-fundador de Winederlust
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