De dónde viene el vino y cómo nace son preguntas que siempre nos hacen a enólogos, sommeliers y otros actores de la industria del vino. Esta pregunta tendrá hoy una respuesta que en un futuro cercano puede ser desmentida. Y es esto, donde las verdades de hoy se convierten en las mentiras del mañana, lo que nos hace estar constantemente creciendo en lo que hacemos. Como hace un par de años atrás, donde el primer vino se pensó que provenía de la zona de los montes Zagros, en la actual Irán alrededor de 3500 y 2900 a.C., lugar donde encontraron vasijas que contenían vino. Todo esto quedó desmentido con los descubrimientos de Patrick McGovern de la Universidad de California.
A unos 50 kilómetros de Tiflis (Georgia), casi en la frontera con Armenia habían excavaciones donde el equipo de McGovern encontró que el origen de la viticultura fue a lo menos en 6000 a. C, y esto es 2500 años antes de lo que se pensaba. Pero ¿Cómo hacen los investigadores para saber que en esas antiguas vasijas había vino? La respuesta es muy simple, ya que en los restos de vasijas existen 4 ácidos que están en el vino y que son pruebas de su existencia: el ácido tartárico, málico, cítrico y succínico.
La adaptabilidad de la vid ayudó a su expansión por Europa occidental a través de rutas comerciales. Alrededor del año 700 a.C. llega a Grecia y se piensa que por el 200 a.C. es llevada a Roma, donde el Dios griego Dionisio toma el nombre de Baco, símbolo de la divinidad asociada a las fiestas y al consumo de vino. Ya se habrán dado cuenta que los griegos y los romanos no lo pasaban nada mal.
En la Edad Media, la elaboración del vino quedó relacionada a monasterios y castillos. En este periodo se empiezan a usar las barricas de madera para almacenar el vino y, de forma casual, aparecen las primeras bodegas. En este periodo se entiende por bodega el lugar para guardar las barricas de vino, las que podían ser robadas, por lo que se guardaban en los sótanos de monasterios y castillos.
En la Península Ibérica, los Reyes Católicos iban reconquistando territorios a los musulmanes, y al hacerlo plantaron vides. Después de la Reconquista, se llenó de parras el Camino de Santiago, en las zonas de Rioja y Ribera del Duero. A partir del siglo XII comienzan a plantar viñedos en Cataluña y en la zona de Jerez.
En el caso de América, el vino llegó con los conquistadores y la producción de este para la evangelización fue clave para expandir el cultivo y el consumo de este delicioso brebaje. Hoy, en lugares como Itata, donde vivían jesuitas, encontramos vestigios de uno de los primeros sitios donde comenzó la elaboración de vino en Chile. Toda esta experiencia ancestral lo puedes ver y sentir en nuestra caja dedicada al valle de Itata y Biobio, probando deliciosos vinos de parras centenarias.
Salud!
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